miércoles, 29 de septiembre de 2010

JULIO CORTÁZAR

No vamos por el anís, ni porque hay que ir. Ya se habrá sospechado: vamos porque no podemos soportar las formas más solapadas de la hipocresía. Mi prima segunda, la mayor, se encarga de cerciorarse de la índole del duelo, y si es de verdad, si se llora porque llorar es lo único que les queda a esos hombres y a esas mujeres entre el olor a nardos y a café, entonces nos quedamos en casa y los acompañamos desde lejos. A lo sumo mi madre va un rato y saluda en nombre de la familia; no nos gusta interponer insolentemente nuestra vida ajena a ese dialogo con la sombra. Pero si de la pausada investigación de mi prima surge la sospecha de que en un patio cubierto o en la sala se han armado los trípodes del camelo, entonces la familia se pone sus mejores trajes, espera a que el velorio este a punto, y se va presentando de a poco pero implacablemente. CONDUCTA EN LOS VELORIOS

1 comentario:

  1. Si el objetivo de estos párrafos es incentivar a leer me parece que se esta tomando un tipo de lectura que requiere de por si un habito ya construido. Para que se desarrolle ese habito sugiero un tipo de lecturas fáciles y que “engomen” a quien lee. Por ejemplo algún libro de Paulo Cohello, aunque su literatura es de baja calidad es con este tipo de lecturas como uno puede ir entrando en el maravilloso mundo de los libros. No se llega a Jose Saramago por Garcia Marquez, se llega a los dos por libros malos, pero fáciles, sobre todo entretenidos.
    Javiervallejo7@yahoo.com

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